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Órgano de Santo Tomás de Haro

Disposición de registros

mano izquierda                                                  

Flautado de 26

Flautado de 13

Violón

Octava

Docena

Nasardo 12ª

Quincena

Nasardo 15ª

Nasardo 17ª

Decinovena

Lleno (5h)

Címbala (3h)

Trompeta Real

Trompeta de Batalla

Orlos

Bajoncillo

Chirimía

 

 

 

Contras

 

Contras de 26

Contras de 13

Bombardas de 13

 

mano derecha

 

Flautado de 26

Flautado de 13

Violón

Octava

Docena

Nasardo 12ª

Quincena

Nasardo 15ª

Nasardo 17ª

Decinovena

Lleno (5h)

Cimbala (3h)

Corneta (6h)

Trompeta Magna

Trompeta Real

Dulzainas

Clarín 1º

Clarín 2º

Clarín en Ecos

Obóe

Un teclado manual de 54 notas (C-f3), con octava tendida y registros partidos entre entre c1 y c♯1.

Doce pisas de Contras (C-B).

Dos pisas para Tambores, una pisa para la conmutación de las Cornetas y otras dos para la combinación Gaita-Bombardas.

Temperamento mesotónico modificado.
Diapasón: 415 Hz. a 20º C y una presión de 70 mm.

Historia

 

En 1642 el Cabildo de la iglesia de Santo Tomás de Haro manifestaba la necesidad de construir un órgano nuevo. Una vez establecido el plan de intervención, se decidió poner en marcha el proyecto con la construcción de una tribuna de madera que se haría colocar «de pilar a pilar de enfrente de la puerta principal», sobre la cual se ubicaría el nuevo órgano encargado al constructor lerinés Lorenzo López de Galarreta y Baquedano. Entre aquel mismo y el siguiente, el maestro organero ya se hallaba entretenido en la construcción del instrumento, pues fue precisamente entonces cuando se le efectuaron los primeros pagos «por cuenta... del órgano que esta[ba] haciendo». No obstante, el proyecto sufrió una considerable demora a causa de la construcción defectuosa de la tribuna. Prevista inicialmente a ser construida en madera, el resultado no prometía ser del todo satisfactorio, por lo cual, ante la duda de que fuera insuficiente para soportar el peso del órgano, finalmente se decidió desmantelar dicha tribuna de madera «por estar amenazada de ruina» y construir otra de piedra de sillería. Esta última fue concluida en junio de 1645, tras lo cual sería instalado el nuevo órgano de Baquedano. Una vez terminado el órgano, entre 1647 y 1648 fue realizado el reconocimiento del mismo por el organero Jacinto del Río, acompañado de «otro maestro» y por dos organistas procedentes de Nájera. El veredicto fue desfavorable, y, aunque desconocemos los pormenores del dictamen, suponemos que las deficiencias fueron subsanadas, pues todavía entre 1650 y 1651 las labores de afinación y mantenimiento estaban siendo confiadas a Baquedano. Precisamente durante estos mismos años se liquidaron los gastos del órgano, cuyo coste final fue de 6.342 reales. Asimismo, sabemos que en estas últimas partidas, se pagó al pintor Pedro García de Moncaval por pintar «los lienzos de la cubierta del órgano» que iban colocados en el frente. En lo sucesivo, el Cabildo de Santo Tomás de Haro perdería definitivamente el contacto con Baquedano y el mantenimiento del instrumento fue confiado a otros organeros, como es el caso de Vicente Zapata, establecido en Logroño, de quien se registra su paso entre los años 1658 y 1659.

 

Poco o casi nada se ha conservado del órgano de Baquedano, salvo la tribuna que se mandó construir entre los pilares «de enfrente de la puerta principal», puesto que las diferentes intervenciones que se sucedieron a lo largo del siglo XVIII fueron eclipsando progresivamente la configuración de dicho instrumento hasta su total desaparición. La primera transformación importante tuvo lugar tan pronto como en 1706, año en el que órgano se vería notablemente ampliado por el célebre constructor navarro Francisco de Olite, quien, entre otras cosas, introdujo los novedosos registros que terminarían por caracterizar el órgano barroco español. Estos son: un nuevo secreto de 42 canales; un nuevo sistema de alimentación del aire; una nueva transmisión de registros; colocación de los registros de Bajoncillo y Clarín con sus correspondientes tablones acanalados para conducir el aire hasta la fachada; colocación de una nueva Trompeta Real; una Corneta Magna de seis hileras; otra Corneta aparte para los ecos, contraecos y suspensión; otro registro de Octava abierta; nuevos tubos canónigos para adornar la fachada; registros de adorno o juguetes como Timbales, jilgueros y cascabeles; y convertir el registro de Nasardo 15ª en Nasardo 12ª, completándolo con la tubería faltante.

 

Pasados unos años, entre 1739 y 1743 el órgano sufrió una segunda reforma de la mano de José Antonio Balzategui, organero de la villa de Oñate, en la que el maestro se obligaba a «reparar, componer y añadir» dicho órgano por el importe de 400 ducados. En la misma línea de su antecesor, Francisco de Olite, Balzategui propuso una ambiciosa renovación en la que se colocó un nuevo secreto de 45 canales, se añadieron nuevos nueve registros —además de unas Bombardas—, etc. No obstante, la transformación más aparente quedaría plasmada en la caja del instrumento, para lo cual se contó con la colaboración del escultor Santiago del Lamo. El alcance de la obra adquirió tal calado, que, en este caso, más que una transformación, en los Libros de Fábrica se llega a hablar más bien de la construcción de una caja «nueva para el órgano», en la que, entre otras cosas, se añadieron nuevos espacios en los costados para la ubicación de las Contras, se colocó el lienzo de Santa Cecilia como remate del coronamiento, obra del pintor José de Herrador, vecino de Santo Domingo de la Calzada y quien, junto con el dorador Fernando López Sagredo, se encargaría asimismo de la decoración de las Contras. Para noviembre de 1740 los trabajos acometidos por Balzategui estaban concluidos a la espera se ser axaminados «a vista de maestros inteligentes». Así todo, Balzategui tenía el compromiso de acudir a Haro para el 8 de enero de 1742 con objeto de afinar el órgano y reparar aquellos desperfectos que pudieran haber surgido hasta entonces. Por otro lado, el maestro organero se comprometía a colocar ocho Trompetas Reales que se habían de poner en el lugar de las Bombardas, además de una Corneta de seis hileras en Ecos. Sin embargo, Balzategui no pudo cumplir sus compromisos, posiblemente por encontrarse enfermo, pues el maestro organero fallecería durante aquel mismo año. Lo cierto es que una parte de dichos trabajos, como por ejemplo la colocación de las Bombardas, fueron rematados por Felipe de Urarte, organero de Viana, quien aprovecharía la ocasión para llevar a cabo también algunas otras reparaciones y afinar el órgano. El órgano fue terminado en 1743 y examinado por Juan Francisco Jimeno Organista de Labastida.

 

En lo sucesivo se registra el paso de otros artífices, como es el caso de Santiago de Hedoiza, a quien en 1756 se le abonaron 660 reales «por el trabajo y ocupación que tuvo [...] en componer el órgano». No obstante, habrá que esperar hasta 1798, año en el que se contactó con el maestro Domingo de Garagalza, quien se encargaría de dar al instrumento la configuración que ha mantenido hasta nuestros días. El «plan para la renovación» del órgano fue establecido el 30 de enero por el importe de 19.000 reales. Si en un principio se preveían tener terminada la obra para junio de 1799, la misma se prolongó hasta mediados de 1800. Entre los registros añadidos por Garagalza caben destacar la Trompeta de Batalla y el Flautado de 26 palmos, este último a semejanza del que él mismo había instalado previamente en otros órganos, como por ejemplo los de San Sebastián y de Tolosa. Si en este caso la caja no sufrió grandes alteraciones, tanto su maquinaría como su espectro sonoro sí que se vieron notablemente enriquecidos. Las mejoras introducidas fueron muy variadas, como son: la ampliación de la extensión del teclado, que pasó de 45 a 54 notas, y para lo cual se colocó un nuevo secreto construido en madera de castaño, «añadiendo los nueve signos más que requerían»; renovación de los registros de Flautado de 13, Violón, Octava, Docena, Quincena, Decinovena, Compuestas de Lleno y Címbala; renovación de los Nasardos 12ª, 15ª y 19ª, además de las Cornetas Clara y de Ecos; colocación de una corredera sobre el secreto para gobernar la lengüetería de fachada —Trompeta de Batalla, Bajoncillo y Chirimía, en mano izquierda, y, los dos Clarines y Oboe en mano derecha — con un solo movimiento de la rodilla; inclusión de un nuevo Flautado de 26 palmos con sus respectivos tablones acanalados; cuatro nuevos registros, dos de mano izquierda y otros dos de mano derecha para dar más cuerpo al Lleno, con sus tablones de castaño para colocar las compuestas viejas y nuevas sobre la cañutería menuda; construcción nueve signos o tubos nuevos para cada registro, cuatro por la izquierda para completar la octava tendida, y los cinco restantes para completar la octava aguda, etc. Los registros de lengüetería de mano izquierda quedaron así: Trompeta Real, Trompeta de Batalla, Bajoncillo y Chirimía; mientras que la mano derecha estaba formada por tres Clarines, Trompeta Magana y Oboe. Junto a la introducción de todos estos recursos, se renovó también la fuellería, pasando a tener cuatro fuelles pequeños de bombeo para abastecer de aire a otros dos depósitos. Por otro lado, el la división destinada al pedal quedó con «ocho Contras nuevas, cuatro de 26, y cuatro de 13»; se sustituyeron los bajos del Violón, originalmente construidos en metal, por otros nuevos de madera de castaño, añadiéndose los cuatro que faltaban para completar la octava tendida. En lo sucesivo no volvemos a tener más noticias hasta 1838, año en el que se registra el paso de fray Ignacio de Bermeo, por cuyos trabajos se le abonaron 2.200 reales.


                                                

 

Restauración

 

Para ser exactos, el proceso de restauración del órgano de Santo Tomás de Haro habría que separarlo en dos fases bien diferentes la una de la otra. Por un lado, en una primera fase llevada a cabo entre 1993 y 1994 por los organeros Klaus Fischer y Antón Llauradó, y, por otra, una segunda realizada en 2003 por J. Sergio del Campo y Rubén Pérez Iracheta. Si bien en la primera de ellas la intención fue abordar una restauración completa tanto de la caja como de la maquinaria, recuperando al máximo los elementos del órgano en sus partes sonora y mecánica, rápidamente de vio la necesidad de poner en marcha una segunda fase para intervenir en todos aquellos elementos que, por diversos motivos, cuestionaban el buen funcionamiento y mermaban la capacidad del instrumento. Los principales problemas que fueron aflorando a partir de 1994 fueron los siguientes: traspasos de aire entre notas; languidez del sonido a causa de las fuertes caídas de presión del aire; imposibilidad de hacer funcionar el Flautado de 26 palmos; y desafinación permanente de los registros de lengüetería.

 

Una vez aprobado nuestro informe y las acciones a poner en marcha, los trabajos fueron realizados entre enero y julio de 2003. Para garantizar dichos trabajos fue necesario el apeo de la tubería y el desmontaje de todos los tablones acanalados que conducen el aire hacia la tubería de fachada. Para evitar los traspasos de aire, una vez retiradas las tapas del secreto, se procedió a revisar las grietas que se observaban sobre la mesa del secreto, y se insertaron pasadores de madera en las costillas que hacen de separación entre los canales. Una vez asegurada esta operación, con objeto de erradicar las fuertes caídas de presión, se cerraron las perforaciones (pajas) que se habían practicado en la parte posterior del armazón del secreto con anterioridad a nuestra intervención. Aprovechando la situación de que el órgano estaba vacío, se tomó también la determinación de buscar una solución para reubicar la tubería del Flautado de 26 palmos colocado por Domingo Garagalza en 1800. Por un lado, tal y como estaba planteado originalmente ofrecía dos inconvenientes a resolver: que pudiera ser utilizado junto con el lleno de principales; y la accesibilidad al interior del instrumento para proceder a su mantenimiento y su afinación. Por este motivo se diseñaron dos secretos adicionales para distribuir dicha tubería a ambos lados del instrumento, justo detrás las Contras de la fachada. De esta manera evitamos las fuertes caídas de presión del aire que tenían lugar en el momento de activar el registro, y quedaba libre el paso hacia el interior del órgano sin la necesidad de retirar la tubería de metal de dicho registro, la cual se encontraba colocada justo detrás de las puertas traseras de acceso. Con ello, gracias a la nueva distribución diatónica de esta tubería, se liberó y racionalizó el espacio el costado izquierdo del órgano, donde se amontonaban todos los tubos más grandes y voluminosos del registro, y que entorpecía la emisión del sonido en la franja grave del mismo. En cuanto a la desafinación permanente de los registros de lengüetería, ésta era provocada por la excesiva holgura que tenían los muelles de afinación (rasetas) en sus respectivos alojamientos de las zoquetas, cuyas perforaciones eran de un diámetro considerablemente mayor. Para solucionar este problema se taparon los orificios de las zoquetas, soldando una gota de estaño en cada uno de sus extremos, para abrir nuevamente las mismas perforaciones ajustadas a los diámetros de sus respectivas rasetas.

 

Con todo ello, una vez montados los tablones acanalados y colocada toda la tubería, se puso en marcha el instrumento, ofreciendo una notable mejoría en su rendimiento. El resultado final tras nuestra intervención fue el de un sonido majestuoso, principalmente cuando se hacía uso del gran Flautado de 26 palmos —inutilizable hasta entonces—, engrandecido todavía de forma más espectacular por el peculiar sonido de la lengüetería que, al igual que el Flautado de 26, tampoco se podía utilizar regularmente.

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