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Órgano de los Santos Servando y Germán de Arnedillo

Disposición de registros

mano izquierda                                                  

Flautado de 13

Octava

Docena

Quincena

Decinovena

Lleno (3h)

Trompeta Real

Dulzainas

Bajoncillo

Chirimías

 

mano derecha

 

Flautado de 13

Violón

Octava

Docena-Quincena

Decinovena

Lleno (3h)

Corneta (5h)

Trompeta Magna

Dulzainas

Clarín

Clarín de Campaña

Clarín en Ecos

Oboe

Un teclado manual de 45 notas (C-c3), con octava corta y registros partidos entre entre c1 y c♯1.

Siete pisas de Contras (C-B).

Temperamento mesotónico clásico a ¼ de comma.
Diapasón: 420 Hz. a 20º C y una presión de 65 mm.

Historia

 

Básicamente, el órgano fue construido en 1697 por Diego de Orío aprovechando la tubería de un órgano anterior, cuya caja se encontraba «vieja, desmontada y no poderse componer ni ajustar». Dicho instrumento constaba de ocho registros gobernados por un único teclado de 42 notas de extensión, y su disposición era la habitual de su época, constituida por un coro de principales y una hilera de trompetería como refuerzo, y a los que Diego de Orío añadió la Corneta, el Clarín de mano derecha y las Dulzainas. Estos dos juegos fueron colocados horizontalmente en la fachada, tal y como lo evidencian los orificios taponados de los antiguos boquilleros que todavía pueden observarse en el friso central de la caja, y los restos del primitivo zoquetero de las Dulzainas que fue reutilizado posteriormente en la ampliación la caja. Entre 1708 y 1709 sería el mismo Diego de Orío quien volvería a realizar nuevas reformas en el órgano con objeto de colocar un arca de ecos para la Corneta y completar el registro de Octava en su extensión grave. Actualmente las ménsulas añadidas por Manuel San Juan en 1802 impiden la lectura de la inscripción que se oculta tras las mismas, y que dice así: «Didacus ab Orio me fecit / Ribero me pinxit / Anno 1709». Con ello, además de confirmarse la autoría del instrumento, queda claro cuando se procedió a aplicación de la policromía de la caja y por quién.

 

Durante el siglo XVIII se realizaron también otra serie de intervenciones de menor importancia. Así, en 1742 la tubería fue apeada por el organero Miguel Jerónimo Esteban, natural de Daroca y vecino de Cariñena, con objeto de proceder a su limpieza y realizar algunas reparaciones. Igualmente en 1771 se registra el paso de Simeón Colomo, quien se encargaría de reparar los fuelles y sustituir algunos tubos roídos por las ratas. Nuevamente en 1794 el órgano volvería a ser apeado por Francisco Cortés del Valle para su limpieza y afinación general. Pero la reforma más importante tuvo lugar en 1802 de la mano de Manuel San Juan, en la cual se establecería la configuración actual del instrumento. El alcance de los trabajos efectuados puede seguirse tanto por la documentación parroquial como por los rasgos constructivos del instrumento tan característicos del artífice, quien, para no dar lugar a dudas, estamparía su firma autógrafa sobre la tapa del arca de ecos del Clarín. Gracias a todo ello, sabemos que por un lado aprovechó los antiguos registros procedentes del órgano de Diego de Orío, a los que añadió otros nuevos, como son: Bajoncillo, Chirimía, Trompeta Real de ambas manos, Trompeta Magna, Oboe, Eco de Clarín y Flauta Dulce. Por otro lado, para la colocación de estos registros junto con los ya existentes, San Juan construyó un nuevo secreto de 45 canales y los correspondientes tablones acanalados para la distribución del aire, con lo cual la extensión el teclado fue ampliada de 42 a 45 notas. Lamentablemente, a pesar de que la transformación se realizó dentro de los cánones que venían siendo marcados por la propia la evolución del órgano clásico español, su resultado fue deficiente en todos sus aspectos.

 

Obviamente el instrumento había crecido en número de registros, y la caja construida por Diego de Orío en 1697 quedaba pequeña. Para solucionar este inconveniente, Manuel San Juan se limitó sencillamente a ampliar la caja ya existente a base de añadidos y remiendos de lo más disparatados, que, además de no aportar la estabilidad estructural requerida, sólo contribuyó a ofrecer un aspecto chabacano y deplorable del instrumento. En cuanto a su funcionamiento, tampoco debió producirse progreso alguno. Tanto es así, que en 1805 fue necesario acometer una nueva intervención, esta vez a cargo del organero Pablo Salazar. Los trabajos efectuados por este último fueron realmente significativos, puesto que en esta ocasión se volvería a sustituir el secreto que fue colocado tan sólo tres años antes. Así todo, no se llegaron a solucionar los problemas estructurales derivados de la reforma de San Juan, ni a mejorar el aspecto del instrumento desde un punto de vista estético. Por el contrario, a pesar de haberse conseguido algunos logros tras las mejoras introducidas para garantizar el funcionamiento de la maquinaria, las reparaciones no resultaron ser tan eficaces como aquellas otras que se practicaron durante el siglo precedente, pues el órgano fue nuevamente desmontado para su reparación, como muy pronto, hacia 1832.
                                                

 

Restauración

 

En el proceso de restauración se respetaron y tomaron como punto de partida los restos de la caja construida por Diego de Orío en 1697, procediéndose a la eliminación sistemática —dentro de lo posible— de todos los añadidos aplicados a lo largo de los siglos XVIII-XIX en adelante. En su lugar se construyó una estructura interior de madera que fuera capaz de sujetar y proporcionar la solidez necesaria tanto a la fachada como a los nuevos cerramientos que planteamos en nuestra restauración, así como también al secreto, a los tablones acanalados, a la tubería, etc. La configuración definitiva del mueble fue rediseñada con la incorporación de unos nuevos cierres laterales que se prolongan desde la parte posterior del instrumento original, siguiendo el estilo del mueble primitivo construido por Diego de Orío. Es esta fase de reintegración se injertaron multitud de partes faltantes tanto en molduras como tallas, y devolver así el aspecto original del conjunto. La restauración de la policromía fue realizada por el Taller Diocesano de Restauración de Obras de Arte.

 

El secreto fue desmontado por completo con objeto de corregir todo tipo de fisuras y grietas tanto sobre la mesa como en el resto de los elementos, y asegurar la estanqueidad del conjunto. Asimismo se sustituyó el guarnecido envejecido por otro nuevo de piel baldrés de primera calidad en todas aquellas partes que obligatoriamente lo requerían como en la mesa, tapas, ventillas, tablones acanalados, etc. El teclado existente fue restaurado, mientras que para sus transmisiones se construyó un nuevo tablero de reducción acorde al estilo del instrumento. En cuanto al material sonoro, el trabajo fue muy laborioso dada la diversidad que presentaba. Por una parte, se seleccionó preferentemente la tubería aprovechada por Diego de Orío en 1697, dada su calidad y por el interés histórico que presentaba, y, por otra, la tubería perteneciente a los registros de lengüetería introducida principalmente por Manuel San Juan en 1802. Una vez efectuado dicho agrupamiento, todavía quedaba un tercer grupo de tubos más difícil de clasificar, que fue incorporada por los diferentes organeros que acometieron trabajos de mantenimiento con el transcurso del tiempo. Una vez realizado el reordenamiento definitivo de la tubería, se procedió a la restauración de la misma.

 

Todo el montaje de los restos originales ha sido efectuado respetando los métodos de ensamblaje y sujeción originales, utilizando colas adecuadas de manera que se garantice la reversibilidad de nuestra intervención.

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